por Colectivo juan de madre
Cuando me desmayo salen
19 cucarachas por el orificio de mi ano, cumplen algún cometido lejos de mi
cuerpo, y después regresan a mí. Ellas no soy yo, claro, pero de alguna manera
debemos estar conectadas, ya que cuando despierto del desmayo conozco cada uno
de los pasos de esas 19 cucarachas. Algunas veces se limitan a rondar mi
cuerpo, me acarician las tetas y los pezones y poco más. Lo más frecuente, sin
embargo, es que marchen lejos. Van a casa de alguna anciana, por ejemplo, y le
limpian de migas el suelo de la cocina. Le arreglan la aguja del toca-discos a
un anticuario con los ojos repletos de cataratas. O teclean y envían un certero
correo electrónico de reconciliación para una pareja desavenida. Es una
maravilla. También le han arañado la pupila a un policía durmiente, por
ejemplo, pero esas veces son las menos. Después, las 19 cucarachas, en perfecta
formación, se introducen por mi ano, recorren el recto, y de alguna manera
llegan hasta una madriguera localizada en el lóbulo izquierdo de mi hígado, y
allí duermen hasta la próxima vez.
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