Juan descubrió a unos
habitantes minúsculos que habitaban los conductos de la calefacción de su casa.
Tenía 11 años y la mente clara, nunca creyó en la serie televisiva que
aseguraba la existencia de tales seres. Pero los vio, e incluso intimó con uno
de ellos. Se estaba masturbando cuando empezó el encuentro. Su breve pene
erecto, desnudo, se mantenía firme con el contacto de la mano; cuando fijó los
ojos en la rejilla del aire. Entre las sombras, tras la reja, lo observaba una
mujer de diez centímetros de altura, aproximadamente como el tamaño de su pene
en erección, pensó. Con el pijama por las rodillas y aún manoseándose el sexo
se acercó al conducto de la calefacción, se arrodilló para ver mejor a aquella
criatura. Advirtió que la pequeña mujer estaba desnuda, y que, como él, ella
también tenía los genitales sin vello, y, además, se estaba tocando la vagina.
“Me gusta tu polla”, dijo la mujer con una voz de ardilla. “Toda tuya”, dijo
Juan. La desconocida salvó la reja de la calefacción, escaló por el muslo del
niño, y se abrazó a su pene. Lo abarcaba en todo su perímetro, subiendo y
bajando los brazos y lamiéndolo con su lengua de hámster. Ella, cada vez más
excitada, jadeaba agudamente. Entonces trepó hasta colocarse sobre el pene,
abrió sus piernas y empezó a introducirse el sexo de Juan por la vagina, que se
dilató sin esfuerzo. El cuerpo de la mujer, que parecía elástico, perdió toda
forma humana y adquirió la forma del pene, como un preservativo con
extremidades y melena. Juan se corrió dentro de ella; era la primera vez que le
pasaba, casi ni sabía lo que era el semen. El cráneo de la mujer se hinchó,
lleno del líquido expulsado por Juan, los pequeños brazos y piernas quedaron
colgando a lado y lado del pene, inertes. El niño retiró a la diminuta, lo hizo
tirando de los pelos. Después olió dentro. Le resultó un aroma dulce. Introdujo
el cadáver, que parecía un pellejo, entre las rejas de la calefacción. Unas
horas más tarde, desde la cama, vio a muchas mujeres y hombres de diez
centímetros llevarse con pena a su compañera muerta.
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