La Malmuerta
Adoración de la tierra
¿Has visto el sol alguna vez? Cada
cosa que miramos es la versión deformada de otra, la misma cosa bajo
una forma engañosa. La cópula de los términos es la cópula de los
cuerpos. Gritaste SOY EL SOL, y sobrevino una erección completa, el
verbo ser vehículo del frenesí amoroso. La vida necesita ser
interpretada. El plomo es la deformación del oro. El aire es la
deformación del agua. El cerebro es la deformación del ecuador. El
coito es la deformación del crimen. El oro, el agua, el ecuador o el
crimen como principio de todas las cosas. Los dos movimientos
principales fueron siempre el de rotación y el sexual. Ambos se
transforman el uno en el otro continuamente. La Tierra al girar hace
copular a los animales y a los hombres, y los animales y los hombres
hacen girar a la tierra mientras copulan. La combinación o
transformación mecánica de estos movimientos es lo que los
alquimistas llamaban piedra filosofal y
como consecuencia de esta combinación de valor mágico, la
situación actual del hombre está determinada entre los elementos.
Carreteras agrietadas que bordean el mar, bocas amoratadas, un
destornillador, una anciana desnuda, el olor de la tierra húmeda
justo antes de la tormenta: son las raíces por las que el amor se
nutre. Un perro devorando el estómago de un oca, una joven borracha
que vomita, un abogado que solloza, un tarro de mostaza podrida
representan la confusión que sirve al amor de vehículo. Tumbado
perezosamente sobre tu espalda, el cuerpo como una expresión del
bostezo, suspirando mientras concibes una sonrisa. Olvidando el
tiempo y todas las cosas que fueron esenciales. Reflejando su falta
de sentido: el momento está más allá del tiempo y su virtud ya ha
acontecido. De puntillas con los brazos rígidos, las manos unidas
tras la espalda, el cuello extendido, respirando profunda y
espasmódicamente, hasta sentir la sensación de mareo en ráfagas,
trayendo el agotamiento. Has sido siempre lo que más
deseas: el futuro. Ante el espejo, observando tu reflejo hasta
que se vuelva borroso y no conozcas al observador, cierra los ojos y
verás la luz. Has sido siempre tu propio tirano, así
que olvidas constantemente lo que recuerdas. Los muertos nacen de
nuevo y otra vez descansan en el útero de la consciencia. Siempre
has recordado lo que olvidaste: ¿podría ser hoy el Último Día
solo por creer a la fuerza aquello que nunca has creído? Si hoy es
ayer en todo excepto en la apariencia, entonces mañana es también
hoy. El día de la decadencia. Diariamente el Universo es destruido:
es por eso por lo que eres consciente. Llegarás a ella a través del
mar: coronado de flores, con un haz de trigo en la mano derecha y una
cabeza de hombre en la mano izquierda en recuerdo de la muerte.
Atravesarás los campos de mies, agitarás el viento y apartarás las
tormentas para que prosperen las cosechas. Ella
bailará al verte llegar. Ahora estás entre los otros hombres
y te irrita saber que no eres uno de los otros. Acostado en una cama
junto a una chica a la que amas, olvidas que no sabes por qué eres
quien eres, en lugar de ser el cuerpo que tocas. Ignorándolo todo,
sufrirás a causa de la oscuridad de tu inteligencia, que te impide
gritar que tú mismo eres la chica que olvida su presencia agitándose
en tus brazos. El amor o la cólera
infantil o la vanidad hacen divagar a los personajes olvidados en
rincones polvorientos. Aunque os esforcéis en buscaros unos a otros
con avidez nunca encontraréis más que imágenes deformadas de
vosotros mismos y os dormiréis tan vacíos como los espejos. La
chica ausente e inerte que está suspendida en tus brazos, como la
puerta o la ventana a través de las que puedes mirar o pasar.
Encuentras la indiferencia (que te permite abandonarte) cuando te
duermes por incapacidad de amar los acontecimientos. Te será
imposible saber a quién has encontrado cuando la estreches porque
ella representará obstinadamente un completo olvido. Aunque el
olvido no es más que un engaño de la memoria.
El
sacrificio
El Sol
Negro se eleva en la Casa Solar: como un agujero en el suelo, como
una cerradura, como un cuchillo atravesando el sonido. El Sol Negro
se detiene sobre la Casa Solar. En el crepúsculo reina la
tranquilidad: ella danza formando círculos. La observas en la
distancia: es el horror de la noche y la amas como se agoniza porque
es débil como la muerte. La amas como se delira. Algunos
creen que cualquier cosa es simbólica y puede transcribirse para
explicar lo oculto, pero de qué es símbolo no lo saben. Así el
argumento se convierte en una metáfora, confundiendo cuidadosamente
lo obvio que desarrolla la virtud oculta. Todas las ideas concebibles
comienzan y terminan como luz en su emoción, el éxtasis que induce
la creación de la idea. El movimiento es el símbolo de un
amor inquieto que pasa rápidamente de un ser a otro. Un hombre que
se levanta tan bruscamente como un fantasma sobre su tumba y se
acuesta del mismo modo. Vuelve a levantarse algunas horas después y
se acuesta de nuevo y continúa así cada día: su coito atmosférico
regulado por la rotación terrestre alrededor del sol. Así, aunque
el movimiento de la vida terrestre esté acompasado por esta
rotación, la imagen de este movimiento no es la tierra que gira,
sino una verga penetrando a la hembra y saliendo de ella para volver
a penetrarla. Los seres sólo mueren para nacer a la manera de los
falos que salen de los cuerpos para volver a penetrarlos. Las plantas
se elevan en la dirección del sol y se acuestan a continuación en
la dirección del suelo. Los árboles que crecen con fuerza acaban
quemados por el rayo, talados o desarraigados. Devueltos al suelo, se
elevan idénticamente con una forma distinta. La imagen más simple
de la vida orgánica unida a la rotación es la marea. Del movimiento
del mar, coito uniforme de la tierra con la luna, procede el coito
polimorfo y orgánico de la tierra y el sol. La lluvia vuelve a
elevarse pronto en forma de planta inmóvil. La vida animal procede
en su totalidad del movimiento de los mares, y en el interior de los
cuerpos la vida continúa emergiendo del agua salada. La erección y
el sol escandalizan lo mismo que el cadáver y la oscuridad de las
cuevas. Los vegetales se dirigen uniformemente hacia el sol y, por el
contrario, los seres humanos, aunque sean fálicos como los árboles,
a diferencia del resto de los animales, desvían necesariamente los
ojos. Los ojos humanos no soportan ni el sol, ni el coito, ni el
cadáver, ni la oscuridad. Los movimientos eróticos del suelo no son
fecundos como los de las aguas, pero son mucho más rápidos. La
tierra se masturba a veces con frenesí y sobre su superficie todo se
desploma. Aquellos en los que se acumula la fuerza de erupción se
sitúan necesariamente abajo. Desastres: las revoluciones y los
volcanes no hacen el amor con las estrellas. Las deflagraciones
eróticas revolucionarias y volcánicas están en antagonismo con el
cielo. Lo mismo que los amores violentos, se producen quebrantando la
fecundidad. A la fecundidad celeste se oponen los desastres
terrestres, imagen del amor terrestre incondicional, erección sin
fin ni regla, escándalo y terror. Desearás ser degollado violando a
la chica a quien hubieras podido decir: eres la noche. El
deseo lo contiene todo, así que creeréis en todo, si es que en algo
creéis. La canción de la experiencia y la ilusión:
el sueño es mejor que la oración. La
paradoja no es la verdad,
mas la verdad es que cualquier cosa puede ser verdad durante un
tiempo. Seréis aquello que creáis. Si ya lo sois todo, ¿por qué
necesitáis creer que no lo sois? Os desnudaréis en la colina,
besaréis la tierra y haréis brotar la vegetación: la primavera
caerá violentamente sobre vosotros. Ella sabe que tu cabeza
muere. Es la inmensidad, es el miedo, es bella como matar es bello
con el corazón desmesurado. Te ahogas: su vientre está desnudo
como la noche. Abres una herida como
labios húmedos alrededor de una boca oscura en su vientre y buscas
en sus entrañas lo que el futuro os depara: en su hígado, en sus
riñones, en su estómago, en sus pulmones y finalmente en su
corazón. El Sol ama exclusivamente la Noche y dirige hacia la tierra
su violencia luminosa, verga innoble, pero se encuentra en la
incapacidad de conmover la mirada o la noche, aunque las nocturnas
extensiones terrestres se dirigen continuamente hacia la inmundicia
del rayo solar. El Sol Negro se eleva en la Casa Solar: como un
agujero en el suelo, como una cerradura, como un cuchillo atravesando
el sonido. El Sol Negro se detiene sobre la Casa Solar. Para que
brille el Sol Negro, es necesario que el sol de este mundo se ponga.
Besas la herida y quemas las entrañas, que arden lentamente y en
silencio: una columna de humo denso se eleva hacia el Sol Negro.
Sol Negro
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