sábado, 2 de marzo de 2013

Resistencia anal





por Colectivo juan de madre


-          - Joder cómo ha dolido. Tío. Ha dolido de la hostia.
-          - Pues lo siento.
-          - Tío, ¿cuánto hace que te voy dando? Desde que tenías 5 o 6 años, ¿no?
-          - Empezamos que tenía 4.
-          - Pues eso, tío. Con 4 años tenías el puto conducto mucho más abierto. Hostia puta, que estoy sangrando – su polla perdía la erección goteando sangre sobre el suelo metálico.
-          - Igual se te ha roto el frenillo. Conozco a alguien que le pasó.
-          - ¡Qué va! El frenillo está como nuevo tío. Es algo de ahí dentro, que me ha rajado la punta de la polla. Me ha parecido notarlo cuando la tenía ahí dentro, cabrón.
-          - Lo siento.
-          - Tío. Ya estás cuidando lo que comes o te la vas a cargar. Voy en serio, tío. Ya me conoces.
-          - Pero si mi única comida es la que me traéis.
-          - No me repliques, joder. Deja de hacer la mierda que estés haciendo.
-          - No hago na…
-          - Qué te calles coño. Cállate de una puta vez. Espero que esto no se repita, tío. – se abrochó los tejanos –   O te agujerearemos el puto torso y nos follaremos tu estómago si hace falta. ¿Está claro?
-          - Sí.

Se quedó de nuevo solo. Con el dedo índice se hurgó el ano y rozó con cuidado los tres filos de acero que le crecían incipientes desde dentro de la carne. Le pareció como los benditos dientes de leche en la boca de un recién nacido. Se sintió feliz, incluso bello. La melodía había funcionado. Su carne le estaba obedeciendo al fin. Y si tenían que follarle el estómago, pues que se lo follasen; si una cosa tenía clara, era que, después de 14 años, estaba harto de recibir por el culo sin su consentimiento.    

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