miércoles, 20 de marzo de 2013

UN DETECTIVE AGOTADO


ALEPHLa Mayúscula es cuando se cruzan por la mente cada uno & todos de los titulares con los que la prensa adornaría los fotogramas retinianos —ergo intransmisibles— que acabaremos por regurgitar en los días sucesivos & coetáneos & hételos aquí: «Poema que se hablara así en las mansas hecatombes» & «Pedigüeño rígido del surco atroz, senil» & «Pentagrama empírico de los aleros» & «Obras lentas o la tragedia del firme todavía no lo bastante asentado» & «SOBRECARGA!» & «Cables pelados sueltos nos lo hicieron despegar» & «Roast beef lo llamarán los niños del futuro». Los que ahora os acerquéis al cuerpo, tendido & humeante como un renglón a doble espacio entre los escombros de las obras del voluminoso aparcamiento inmortal, viviréis con esa cara en absoluto ignífuga encriptada en vuestras conmovidas cejas enarcadas para siempre, como el limpiaparabrisas de un gran Audi® víctima selecta del fallo de la batería o el motor gripado o del impacto del cuerpo de éste el enésimo Secretario que sucumbe a la flamante carrocería del Recorte Presupuestario en el parque móvil madrileño & que da un respingo & aterriza finalmente condenado por la maldición aparcada de esta pregunta que es tan subterránea cuando dice «¿Cuándo?» & algo así es cómo nos lo están contado & al menos algo así es tal y cómo yo lo quiero recordar/

BETHEs lo obvio esta la opaca tranquilidad de los mensajes que surcan la superficie de la cara oculta —dadle, dad la vuelta si podéis— de la Mesa original que presidía la salita interior del Escritorio del Palacio del Congreso de los Diputados & que tuvieron que sustituir porque los micrófonos & cintas que depositaban sobre ella para ser testigos de las comparecencias perentorias registraban voces raras no diremos de ultratumba pero sí lejanas & vocingleras & inapropiadas en todos los casos no exceptuables & los blocs de notas eran el sorprendido campo de batalla de manos ajenas & desconocidas que buscaban —o parecían pelear por— tomar nota de sintagmas nunca oídos por el pobrecito redactor & unas veces eran improperios de más de siete sílabas & otras en las grabaciones brotaba una carcajada imposible de taquigrafiar o eso nos cuentan & las quejas alcanzaron ya tal concreto nivel de apelación que se optó por la prudencia de sustituir la recia pieza de roble con pecas de haya & ciprés japonés & de origen incierto —pero irremediablemente próximo al del busto del Conde de Toreno situado en un habitáculo contiguo― & llevarla al Almacén secreto bajo el abandono de la vieja Cámara Acorazada: fósil vivo de la edad en que los edificios aledaños eran bancos & nada sabíamos aún del alfabeto muerto escarificado en la madera con una hoja incandescente & temerosos por entonces todavía de un otoño que con los muchos años transcurridos hemos aprendido a llamar Hogar/GIMELLa guerra suficiente. Veintisiete hombres que cargan cañones de una aleación tan pobre que Ponzano a duras penas logrará cuajarla —teme—  & rompe a abroncar en quedo para sus adentros & en efigie a través del lacre roto de las cartas a sus patronos por haberle hecho este encargo. A cambio —malalengua dixit— se verá obligado a echar a la forja un tercio de su salario. No de forma literal —pese a que uno de nosotros se imagine libremente que un no minúsculo porcentaje de su formidable pago por adelantado en Reales de Plata le podría resbalar como una materialidad efectiva dentro del Caldero— sino adquiriendo de su bolsillo bloques de un primoroso metal que se amolde a los rizos de la crin del monstruo agachado que cada uno de nosotros ahora es. Será. Moles encajonadas tras maderas que vibran mientras su peso destripa la tierra del llano almeriense con el mismo ansia que el jinete perdido destinara a la bestia de carga al degollarla. Espoleado por la sed. Que sabe a orín. Que sabe a bilis. Aquel agua muerta que nos trae la memoria de la piedra irremediable en la que seguimos recostados huecos. Musculosos. Sedentarios. Fieros. Ecétera etcétera & etcétera/DALETHDurante su breve, pero incandescente, vuelo eléctrico, el Secretario aún nos alcanza a escribir esto con palabras-aire en el Vano (cable mal pelado), con palabras-tierra repiqueteando en el (abierto) asfalto: «Satanás vive un idilio con la Sangre desde dentro del hocico del León Derecho. Satanás la llama allí su eslogan (a la Sangre). Porque los eslóganes aman la Sangre & por la velocidad desprecian el aterrador polímero de lágrimas que Todo lo resume.» Las palabras-aire & las palabras-tierra son estériles & nadie las recoge salvo el observador bien entrenado que tiene sintonizado su más eficiente receptor (pongamos, como ejemplo, un pedestal de piedra negra con motitas tan ninetenth y cuco bajo una cabeza en mármol desgastado por furtivos abrazos + besos + lágrimas = moléculas extintas) con la frecuencia de lo odioso que resulta el episodio del Secretario aquí reproducido & que concurre como una cotidianidad de Aire y una cotidianidad de Tierra que vosotros ―criaturas expulsadas de la Madre mortal― no podríais reconocer ni borrachos en su justo término/HE«Lo Fantasma» & me la juego con este diagnóstico pero es el único que explica lo del Secretario recorriendo el largo pasillo exterior & encogiendo & encogiendo & encogiendo hasta que nos percatamos de repente de que no se trata de una ilusión óptica, sino de que efectivamente se está hundiendo en las bellísimas —todo lo cuanto nos puede contener de estéticas un suelo— baldosas & llegan a desaparecer sus rodillas como en un pantano de arenas movedizas tan serie B sin que él mismo se de ni cuenta & cuando lo hace le da igual: alza los brazos a lo sumo como si tuviera un par de pequeñas alas pegadas a ellos que quizá quisiera sacudir con dejadez sabiendo que de nada le sirve porque llega al final del recorrido & ya se lo han tragado por completo los cuadrados de cerámica & de gres & nunca se nos hubiera ocurrido que el nombre del SalónPasosPerdidos fuera a ser tan literal, tan evidente, tan mal chiste que nos negamos todos a reírnos en redondo hasta que los chicos de R.F. Tapices no tomen cartas en el asunto & nos devuelvan limpias para el otoño las alfombras poderosas que ahorran los muchos disgustos como éste, pues van dibujadas con volutas de lana que actúan también contra el viento súbito que ulula & golpea en las horas muertas entre Plenos contra unas ventanas viejas que nadie de nosotros, los habituales, hemos acertado a localizar por el momento ―todo se andará―/WAWLa Persona espera el chiste & eso nos dice el golpe triple contra el antiquísimo barniz que resalta el no menos antiquísimo alfabeto en diez mil años anterior a la genialidad del Oui & Ja que los benditos caballeros biinomiales Rommald & Hemmlich patentaron después de unas apasionadas vacaciones en Baviera & podríamos recurrir a ello —«parecía buena idea, en un principio»— para que lo «Arcano» (sic) nos resolviera todas nuestras dudas sobre los episodios prologales a la prodigiosa desaparición narrada en el párrafo anterior; yo pienso por ejemplo en los nocturnos acapella que acompañan las rondas solitarias de los Policías Nacionales; pienso en el milagro de la bilocación que protagonizó en Youtube® el escaño del Jefe del Ejecutivo de la que hará ya algún tiempo por obra & gracia de una protesta pseudopreterantiglobalización & todavía suscita el juvenil peregrinaje de manos ávidas de acción que depositan, aprovechando la fachada de visitas escolares & sólo cuando les dejan los descuidos de los ojos acechantes de los profesores, diminutas chapas con eslóganes que no conoce ni su padre & me niego a darles cancha aquí, porque acaban en cualquier caso barridos por la diligencia extrema de los funcionarios «asesores técnicos de la limpieza Hemicicla», como cariñosamente les llaman —eso dicen— los coros que asedian la Noche; por último también recuerdo la leyenda urbana difundida en 126 programas radiofónicos de moderado éxito antes del apagón del 89 & ahí fue donde yo la oí & que iba acerca de un joven guardia civil devorada por un retrato del supuesto Gran Rey Godo Alarico, quien le llamó mientras sus compañeros empezaban a saltar por las ventanas acuciados por la Historia & le mostró fauces de Lobo & ojos repentinamente tridimensionales que no conocían la piedad; yo pienso en todo esto & pienso & pienso & sé que no funcionará tan sólo con el vaso & con el dedo & con las risas de nosotros —«sorpresivos vengadores de lo Oculto» (sic)— porque aquí la Magia es Otra —es la enajenación Mayúscula total— & quién está dispuesto a la hora de la verdad a verse su sangre en el bozal del perro dibujado en el tablón invertido & soplar para que el reguerillo espeso & carmesí señale cada letra necesaria & luego traducirla según lejanos libros sorpresivos & hacerlo antes de que cauterice el corte & haya que ponerse a limpiar algo de todo este estropicio & por todo lo cual enumerado plus otras contrariedades con las que no pretendo aburriros & varios objetos más es que al final no nos llegamos ni a molestar en arrancar & nos preterretractamos para darnos media vuelta & salir por donde hemos entrado de la vieja Cámara Acorazada & nos despedimos de nuestro cómplice de guardia que nos ha permitido entrar sin más preguntas & nos quedamos para siempre con las ganas de saber nada de nada más sobre este Asunto insólito/CHELHLa Magia está para profetizar desastres grandes & desatenazar los emplastos de carmín que se materializan sobre los bustos a altas horas de la madrugada, como una medicina para el sufrimiento de después de humano en la canción de radiofórmula que asalta con su despiadado compás del 3/4 a quien le toca estar de guardia & nos ha visto marchar con la cabeza baja & los cabellos gachos & los mentones fusionándose con nuestros ―otrora― belicosos esternones  & a él les gustaría encenderse un cigarrillo, por el mero Ansia del gesto & armado de esa guisa, recordarnos: «Yo ya os lo había dicho: que se cuenta que cuando Queipo de Llano volvió en modo triunfal de su primer exilio parisino presentó el extraño mueble a los ojos de la Cámara sin ofrecer otra explicación que el guiño sobrio a Martínez de la Rosa y que el cincel tornó en rocambolesco cuando Ponzano & Pique Duart se empeñaron en inmortalizarlo sobre los respectivos mármoles sisados tras una noche de farra & modelismo a la romana & que resulta un pálido reflejo del chispazo original que a veces aún logro sentir en este vasto territorio de las luces fluorescentes & mis duermevelas presas del temario insobornable de mi Oposición»/YODHEn la señal de despedida, nos chocamos ritmos & minués & escarpines & oropéndolas que nos recuerdan a las juras de los chicos regresados para la Regencia & sin otro lugar que el Teatro Real donde dar pie a su vociferio hasta que Pascual Colomer alzó el Palacio, como bien nos dejan claro todas las guías que los quioscos de los Siete Barrios venden en trilingüe & hacen abrir grotescas bocas de alientos húmedos ―ya nadie imagina cuánto deben soportar los Muertos― contra las fachadas rematadas por la pirotecnia de la luz de Mayo & la cirugía neoclásica que seguramente también es lo último que va a ver el Secretario, disidente de su propio vuelo al empotrarse contra un BMW cuya matrícula no es pertinente & el sorprendido conductor se echa las manos a la cabeza & «¿Nadie ha visto eso? ¿Nadie lo ha visto?» & no: ni tú tampoco, vuelve al volante & explícate esa grieta en el parabrisas, ese atisbo de abolladura contra el vigorosísimo motor ―superviviente nato― como una chinita suelta, un cambio brusco de temperatura, un gorrión perdido que confunde la ternura de su vuelo con la certidumbre de la extinción mientras bufan los Muertos a tu alrededor y lloriquean por su compañero siempre herido, siempre derribado/KOPHEl cachete acude también de seguido —serenidad, cuánto nos reconforta— en plano metafórico, quiero decir, cerca del animal como un íntimo ladrido, un regüeldo inoportuno, una terapia en gran angular sobre la archiconocida fórmula del ahorrarle trabajo al Disparate & Dispárate un colmillo blanco célebre por sus propiedades mucolíticas —la tos se trastabilla en un morse sobre los dos escasos centenares de palabras— contra el decurso de los acontecimientos que cualquier Fantasma puedetransducir a través de las flemas de este vejestorio que hemos colocado en mitad del patio, aún a costa de llamar la atención de los raros turistas de esta mañana de jueves cuando Ella se pone a mover los brazos como dos serpientes —pareciendo que sus huesos se han descoyuntado en múltiples decenas de fragmentos a la manera de las cuentas de un collar— sudando un grumo blanco de ectoplasma a plena luz del día en el que se intuyen caras, frisos de largas batallas, movimientos sugeridos por el tembleque sólo del volumen & Dispárale un berrido antes de que acaben de cuajar, por Dios, metedla dentro, «¿es que no oís las carcajadas?», pues siempre hay alguien temerosos de las carcajadas acechando a nuestro alrededor & somos Absolutamente Modernos, por eso la hemos traído a ella: «¿Qué esperábais? ¿Que esperábais? Ya no quedan muchas cosas en las que poder confiar»/LAMED: Hemos visto todas las posibles muertes tontas de los Secretarios —tonta por ridículas: tontas por flotantes (coreado por los trágicos objetivos de las cámaras y los plañideros micros, cn los brazos extendidos & el rostro a punto de alcanzar la trascendencia eyaculada mientras grita «¡Subprime!» para conjurar el Haz Tractor de Dios que lo eleve de esta metedura de pata); tontas por negadas (las encadenadas canas que sofocan con su aliteración todo el oxígeno de este cuarto lejos de los párvulos Despachos Internacionales que reclaman tu rigor realista, practicista tan mal visto Aquí, tan mal recompensado); por inesperadas (cuando el juego cilotímico de los substantivos & los géneros nos presenta la señera escoba del Insulto con cuyo penacho polvoriento va lo Bruj@ & nos atiza en el cogote, nos despeina, nos hace reír de puro Miedo); practicistas [en tanto está bien lo que bien acaba, nuestros hombres y mujeres devuelven sus carteras de piel tratada por un procedimiento no del todo conocido por el público para segregar a través de sus poros curtidos  un guiño leve de serotoninas & endorfinas que es el aroma verdadero, intrínseco, del Poder Ejecutivo (malalengua dixit)] &, por lo general, pasadas, como un agua que trabara la erosión del Tiempo Pétreo, este Gibraltar de los instantes con el que chocamos todos, todos salvo los Secretarios, vagando ahora despojados del honor del cargo (la endorfina, etc), el despacho en el Ministerio e incluso el hombre (o la mujer) que les servía como excusa, ahora sustituido por otro hombre (otra mujer) que no les recuerda ni les sirve de Hogar [pues tienen ya su propio «Arcano» (sic)] o, en el Peor De Los Casos, por una silla vacía, Hija Póstuma del Recorte en el parque móvil madrileño y Nacional/MEMLos poetas se congregan ante la Oscura Maternidad de los acantilados marinos & adquieren las contextura química de un raro elemento flamígero sin compasión para sí mismos ni los otros nocturnos bañistas & en la ausencia de esa Gran Madre conciliadora adoptan la figura seca de muciélagos-coñazo ―previstos por la alquimia voraz & sanguínea de la mesa: basta con trazar tres líneas intersectas entre siete de las veinte letras grabadas, no diremos cuáles por si acaso― en busca de peñascos elevados, como puentes, por ejemplo, o la tribuna del Palacio en la que acechan en sigilo & orgullo al momento justo para dejarse caer como un borrón ninguneado por las cámaras & cuentan que de esta guisa varios fueron masacrados por la absorta ráfaga de una automática reglamentaria en un febrero aciago para Líricas pretéritas ―aunque, entre tú y yo: esto era antes, los poetas ahora caen de canto & no en absoluto las inmateriales fauces que aprisionan tibiamente las muñecas que firman los decretos & los adoquines que recogen de las aceras levantadas para revelar tan sólo más asfalto & más cables pelados & letales, esos adoquines, digo, no los llevan para arrojarlos hacia arriba con desgana & floripondio & lágrimas al ver cómo se hunden con un chapoteo mínimo en el Mar―/NUN«La diferencia de la Magia con la Religión es que su servilismo transita en dos sentidos», reza una tablilla en pseudoecimonónico castellano achacado al Conde de Toreno & que dio en tragarse el Celacanto hallado en la desembocadura del río  Chalumna en 1937, si bien la adscripción arbitraria a este concreto autor no ha dejado de arrastrar polémica desde entonces, más que nada por la supuesta inexistencia de la palabra «bidireccional» en nuestro idioma entre 1786 y 1843 & por la prodigiosa conservación de los surcos de arcilla pese a los flujos estomacales del pez ―auténtico fósil devónico, como jamás se aburrirá de repetirnos la rama  criptofilológica de la Ciencia del Lenguaje, que no se molestó en acudir a las fuentes originales para contrastar que este regusto avolteriano más que a cualquier otra cosa de unas palabras afiladas como los Horizontes de la Costa Sur de África, que por lo demás, él jamás pisó ni en Aquella ni en Esta nueva vida que es la Historia & que tantísimo se presta a ejercicios muy coléricos de desambiguación― & los millones de kilómetros cebados por el tiempo a la distancia, como al Pez que verdaderamente perseguimos los que fuimos confinados por la primera persona del Plural & no tengo ni idea de qué ocurriría si su Entraña fuera abierta igual que los asfaltos para hurgar en Plazas de Garaje que les ladren a los Hombres su destino exacto como Ley/AYINPero hay otros Secretarios que hicieron toda su carrera de la Negada que suponía esperar al Ascensor ―ésta era su firme vocación― cuando las escaleras arrastraban sus cadáveres de perpetua reforma & veíaseles comparecer con Orgullo de Micrófono Salvífico con diez minutos de retraso que los diputados empleaban en leer el discurso de quince folios que un voluntarioso asistente les entregaba sin saber decir que no ―lo que hubiera llevado la Negada al hosco territorio de las ecuaciones cuánticas, al menos― a la urgencia de quien se pasaba subrayando en el papel las sílabas & espacios en blanco más propicias para los Conjuros contra su Rival tan anhelado ―muchacho del OMS―, pues me irás a negar que tú nunca has tenido ganas de tener tu propio Secretario ―no olvidemos esto nunca: la Persona No, el Fantasma― para complacerte en las más densas ejecuciones presupuestarias & las albadas de tus lánguidas negociaciones protoneoconstitucionales & las elecciones soberanas en formato .pdf & .rtf & .doc & .mpe3 & .m4a & Cualquier Otra Novedad a la que en Cualquier Otra circunstancia harías frente con un Sonriente Nulo Inenarrable (.snl) «Pues Va A (.pva) Ser Que NO (.sqn)» & a continuación un guiño sin sutura, sin caución alguna/PEH: El rebufo que se pierde con la agilidad, los años, con el escalpelo incontestable de la artrosis & las escaramuzas del pincel furtivo contra la pupila que trató en su momento, lo jura, de no verse ya engañada por el escorzo —la Presunta dimensión tercera— del emplasto aplicado al hemisferio visto desde dentro que es la bóveda remota en el momento en que rezuma su espectacular salario de llovizna sobre Nos, quienes vamos ahí chillando en una distorsión que no es palpable, apenas ruido blanco, ay, chillando la espectacularidad nunca atendida, en posición fetal, nosotros no escuchados, no leídos —soportando la sutil remesa de la votación del martes cuando sabes de qué estoy hablando & la pantalla parpadea los finales requisitos de los alfabetos, la carroña rutilante; nada nos engaña— & la puerta se abre & los mocasines nos dan caza, sobrepasan el plasma inservible de nuestrosdescuerpos, los tacones nos arponean como a cachalotes pálidos dignos de Odio, las carreras nos arrastran & la urgencia de preguntas últimas en el pasillo van grapándose en nuestras espaldas como las placas dorsales de los viejos monstruos antediluvianos & herbívoros con los que fantaseábamos de niños para refugiarnos de la vigorosa encíclica beligerante de los días/QAPH:Se besan en el cielo de Madrid los continentes de los cúmulos nubosos con los cráteres azules de muy preciada longitud para quien se toma libres los festivos & no horada con pezuñas las preciada labor de orfebrería que os esconde la mamposta & admiramos sobre todo —«¡qué cabeza!»— el intrincadísimo trenzado coaxial de cables que para nosotros es el Absoluto Riesgo de los humano & demasiadas póstumas materialidades de los Secretarios nos ha arrebatado, demasiadas, & cada vez hace que nos sintamos un poco más solos, algo más berracos golpeando las paredes —que para nosotros son el el Aire—, más borrosos en nuestras lecciones de tiniebla —que para nosotros son el Hambre— aglutinando el occidere al que nos condenan estas vacaciones caníbales & huérfanas de los empellones & desprecios de la Letra anterior creemos que ya muy bien & pormenorizadamente enumerados —pero no nos malinterpretéis: pisoteados por el fárrago uno se encuentra un clímax, como si ahora fuera el Hombre Medianoche, el alacrán de toda fiesta, el alacrán de toda fábula & cupiese en la reiteración de peroratas a medio camino entre lo arcangélico & fecal (sic) diera de bruces, bracease, bucease,bucraneasacralizase todo el Ornamento que os va a hacer falta si queremos subsistir, o comocojones (sigh) se diga en nuestros casos—/RESHUna más: «Dignas prisioneras de la acústica, las bondadosas fauces del último orador en el Salón de Bailes brillan como el foco que reclama al superhéroe para otras mitologías —insértese en esta estrofa de la farsa un aspaviento u onomatopeya de platillos & flautas—, ganándose aquí tan sólo el taconazo unánime de la Conjura antes de abandonar por siempre este nicho ridículo —bautizado así por Martínez de la Rosa en su fuero interno, dicen, nunca confesada esta amargura, nunca sabida hasta Hoy— al que las les han trasladado a lo largo de siete años & Queipo de Llano murió en París en su aguacero pero el mármol tiene raras potencialidades que hacen temblar a la misma Muerte & retirarte su cobijo & su alucinación & sustituirla por el horror que tus supervivientes esperan aún de ti; la gloria, el órgano & el origami sacro de diplomas & de cédulas diplomáticas, de Autoridad que a, modo de salvoconducto, esperan esgrimir ante este Caronte loco, piloto del Naufragio de los Años Venideros — como si no fuera posible confundir el Alma & la Memoria & el Infierno no estuviera en esta perpetua reescritura, en esta migaja a la que los hijos de nuestros hijos nos condenarán a Ser— & el hartazgo de las crestas de afilado brillo que las fauces nos deparan, con cumplida rasa al término de su venganza»/SHINOlvidándome de toda esta maraña hagiográfica que me cuelgan con un mote de «detective agotado», puedo contrataros la solvencia de tres muertes, por lo menos. Lo real escama. No puedo culparos. He conocido alguna —alguno— médium  aterrorizada por los alaridos del casero & las denuncias de parientes de una pobre crédula & la competencia desleal de los santeros peruanos con precios imposibles en la calle Huertas más que por cualquier llamamiento inopinado de los Secretarios a altas horas de la madrugada. Los llamo así porque opino que no hay que confundirlos: a estas alturas, hemos de reconocer que nunca han existido los Fantasmas. Sólo idiotas que se creen que han muerto. O se lo creyeron & de ello convencieron a los otros & es la Convención quien mata. Biología aparte. Elijan su teoría. En cualquier caso, las tres muertes —de Ponzano, de Toreno o Martínez de la Rosa— no son muertes sino un desafortunado episodio de escultura —siento una fascinación cateta por leones & por bustos— que la Mesa Misteriosa no tendría que dejarnos de dejar muy presente, si es que somos personas prudentes y absolutamente modernas como nos gusta pensar. Vaya decepción, de lo contrario. Digo yo/TAVLa manita que emergió de la pared & acarició con los tres dedos de la Inspiración divina al tipo que pensó que no estaría mal poner ese panel con bombillitas —en rigor, un monitor de 86 pulgadas suspendido de una de las columnas como una gárgola geométrica & alienígena del todo contra el resto de la decoración— que fijan cada voto con su escaño & éste con uno de los tres botones en los que podríamos hallar —si hubiera tiempo, ganas, o mera necesidad de hacerlo— una representación artística en la más sana tradición del happening —la francesa preferiblemente, no la sanguinolenta pose del teutón ni del azteca— de lo que la Democracia Es & esto es lo que yo les contaría a nuestros niños si me permitieran por medio segundo conducir alguna de estas visitas escolares que tantísimo me escaman & a las que tantísimo les escamo yo puesto que nos reconocemos mutuamente & ellos señalan la media luz de nicotina de mi rostro, fracturado como si acabara de estamparse contra el parabrisas de todos los coches del parque móvil madrileño tras un vuelo breve pero eléctrico & yo les saludo con la sorna idiota de un magnetofón cascado como a mis reconocibles sucesores, aunque nadie más lo ve/SAMECIEn el folclore galés, predicadores de mediana edad se ven raptadas por la Otra Gente para hacer trabajos en el Otro Mundo, mientras que aquí se les apaña un sustituto, un doppelgänger de similitud perfecta fabricado a base de materiales de la más diversa procedencia —como la arcilla fluvial, líquen de las piedras o el cuerpo derribado de un pequeño olmo— pero que suelen fracasar en su denodada imitación por motivo de su retorcida forma vegetal o mineral de releer el mundo. Así, este gólem tonto de palabras conjuradas por la voracidad de una Mesa oscura en una habitación secreta en un lugar —mi corazón de Secretario— curvo & secreto. La mampostería exuda seriedad. Rigor. No quiere que le hablen de los montes pálidos, los montes apocados & ominosos que el conde de Toreno explora en su camino a Berlín donde le hablan de la heráldica de las sobras & las leyendas de espectrales cacerías & él ríe como una bestia completa, un monstruo de Inocencia, hijo & padre del degüello de los invasores emulgentes de coronas de sí mismos & los reyes derrotados, más que por el por el Pueblo, por el «triste cuajo seminal de diversos Felipes (sic)» —pues el cuajo de la voluntad de plagio no es ajena a nuestra fábula presente— & se arrodilla junto a un arbusto romo & lo manosea & se humedecen sus ojos vivos al hacerlo & al pensar en su nombre linneano que ya sabe o fijo le dirán, pues la sabiduría nos bosteza esos legajos soberanos que ya no nos avergonzamos de ignorar si nos alcanzan/ZAYIN: Escala pentatónica del filo de cincel de ebanista que recibe el encargo de trabar la holgada voz del elefante en cópula con el escarabajo & sumar la voz de queratina al barritar de la Materia Summa de los Alquimistas Vagos azudenses, una rara rama del esoterismo ibérico que no recibió los suficientes parabienes de la hoguera & el cepo & el bozal de vidrios rotos como deja claro el detalle de su argumentario que especifica claramente que es la dicha Materia Summa la que va a venir a redimir el mundo & el ebanista se agachá sobre la tabla meneando la cabeza con el grosero escepticismo de aquel al que acaban de llenarle los bolsillos de Reales de Plata de los que otros usan para refundir leones con cañones marroquíes —«¿ves, Ponzano, como insisten en su histriónica vigilia?»—  & se pregunta en voz alta quién ha traicionado este alfabeto hasta la milenariedad del sinsentido & sus ayudantes le hacen los coros moqueando & calentando las abtrusas mezclas de barnices & dorados & el patrón le ha dicho que esto es un regalo, deber ser de prisa —no le queda claro si es un chiste existencial o que lo quiere «para ayer»— & buscar el mayor disimulo para el desagüe de bronce en el centro de todo que está pensado para beberse la sangre —también vaga, como la de del Alquimista Medio— & transparente que Nosotros, los protagonistas, le sabremos ofrecer en un momento  sólo.  

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